viernes, abril 20, 2007

Elo

Capitulo V

-Elo querríais ir a bailar conmigo? - dijo Eodoros- tenemos mucho de que hablar-

- Claro que sí querido Amigo mío-

Avanzaron hacia el centro del gran salón, el techo alto y puntiagudo mostraba grandes lámparas de cristales que reflejaban luces de todos los colores, que se separaban con cada fragmento de cristal chocando contra el suelo de marfil. La luz era tenue, y los blancos muros cubiertos de grandes ventanas, reflejaban una gran luna cómplice de aquel festín que gozaban los Edeanos.

Él le sonrió y se quedó a menos de un metro de distancia, Elo realizó una leve reverencia, que Eodoros respondió muy artísticamente, la melodía se elevó e inundó los joviales corazones Edeanos, aquel son tan lento y elegante comenzó a impulsarles a danzar.

- ¿Me habéis contemplado para el coro?-

- Por supuesto – Exclamó muy risueño.

- Ya veo, por eso llevo este vestido tan lindo verdad?-

Eodoros rió, le tomó las manos mientras realizaba un precioso movimiento dijo muy lentamente- puede que hayamos cometido un error al no decírtelo…-

Elo respondía a los movimientos realizados por su maestro muy gentilmente, se había tranquilizado al oír la respuesta de su amigo, se animó a decir – no, para nada!, yo puedo cantar siempre que me sea permitido-

Eodoros volvió a reír- no me refería a los cantos, de todos modos luces maravillosa, no te sientas mal que tus ojos dejan de brillar-

- No entiendo ¿De que habláis maestro?-

- Puedo decirlo mas adelante?-

- si, claro que sí-

Siguieron bailando largo rato, Elo danzó junto a los altísimos, todos sonreían y le conversaban de cosas muy interesantes, en un momento Elo se sintió rara, su corazón comenzó a latir muy rápido, y sintió que le faltaba el aire, dejó de bailar, excusándose con uno de los altísimos, tomó asiento en las escaleras y junto a sus hermanas bebió un poco para calmarse. Se sentía muy rara, no solía enfermar, era muy raro que un Edeano enfermase.

Fueron a buscarle medicinas mientras se quedó ahí sentada, su vista se centró en alguien, estaba rodeado de personas, alto y bello, se quedó inmóvil al verle entre la gente, su entorno desapareció y no pudo quitarle la vista de encima. Él hablaba, muy divertido con muchas personas que le escuchaban atentamente.

- Elo, me estáis escuchando?-

- Que le ha sucedido a nuestra hermanita?-

- Elo escuchad, he traído vuestras medicinas-

- llamando a Edén, Elooooo!!-

-Lo siento- dijo suspirando, advirtió que sus hermanas le rodeaban, una de ellas le estaba entregando unas hierbas medicinales.

- ¿Qué es lo que tanto miráis hermana mía?-

- yo?, aquellos que danzan tan felices, me complace verles tan alegres y llenos de goce-

Rieron muy coquetas, le miraron y le acariciaron el cabello, tomaron sus manos y la llevaron a bailar.

jueves, abril 19, 2007

Interés

Capitulo IV

Le parecía muy grande la ciudad, había caminado mucho, el gremio le esperaba afuera del gran castillo, había procurado arreglarse muy bien, demostraba elegancia y sencillez, había amarrado una cinta a su cuello y había añadido una chaquetilla sin mangas sobre su camisa blanca. Estaba bien peinado y muy despierto, portaba lentes ópticos que había elegido para leer el código de ciencia que se había acordado llevar para aquel evento. Debía leerles al gremio un altillo de párrafos que encontraba necesario descartar.

Muchos de los códigos impedían extraer recursos de la tierra, que servían como medicina, y él necesitaba extraer recursos para crear pócimas.

El grupo de Edeanos saludó gentilmente al joven profesor, otros le besaron el rostro y otros le tomaron de las manos, solían ser muy demostrativos con sus sentimientos, y eso le ponía nervioso, el sencillamente sonreía y agradecía los gestos de sus compañeros de estudio, ingresaron al palacio no superando los veinte. Orión se maravilló con el precioso espectáculo que frente a sus ojos se manifestaba, al fondo el Padre en su trono altísimo, sonreía y conversaba con los altísimos, a un costado la gran orquesta entonaba una melodía muy ancestral que grandes cantidades de cuidadazos danzaban divertidos y enamorados de sí, estaba sintiendo altas dosis de amor, de abrazarles, de gritar que se veían magníficos y altísimos, el pecho se le lleno de goce y sus ojos se maravillaron de tanto glamour que expelía el ambiente. El gremio se situó en una esquina, se sirvieron algo para beber y comenzaron la entretenida plática.

Un sentimiento mágico le inundaba, se le estaba contagiando el deseo de bailar, pero no sabía hacerlo, nunca había querido danzar con sus hermanas, le causaba mucho nerviosismo tener que tocar a una mujer, la situación era un poco preocupante, sonrió y comenzó a escuchar las conversaciones que se habían originado.

No estaba nada de mal, pasearía mas seguido por la ciudad, estaba seguro que lograría encontrar repuestos interesantes para su laboratorio, y algún adorno para recibir a sus visitas. (que eran muy escasas pero interesantes).

miércoles, abril 18, 2007

Elo

Capitulo III

-Elo! Te ves preciosa con ese vestido! Pareces una diosa-

- no hagas que me avergüence oh! hermana mía!- Elo se movía de un lado a otro, meneando su vestido largo como el de una novia, sus hermanas estaban probándose vestidos, aunque eran mas sencillos y de colores, el de ella era delgado de seda blanca y encajes, tan largo que debía cuidar de tropezar con él al momento de bajar las escaleras, le habían entregado sandalias lisas y cómodas para bailar toda la noche con todos sus maestros, sus hermanas le habían arreglado el largo cabello y le habían adornado con una traba de coral que le despejaba un poco el rostro. – Venid hermana! Dejadme arreglar tu cabello- decía Elo a su hermana mayor, que había fabricado los vestidos. – estáis preciosas, pero porque mi vestido es mas llamativo que el vuestro?, no me digáis que…- guardó silencio y se desfiguró, gruñó un rato y gritó – me habéis incluido en la opera y yo no tenía idea!!!, seréis unas malvadas!!- ellas rieron largo rato, Elo comenzó a perseguirlas por todo el palacio.

Los altísimos tenían todo listo para recibir a Edén, la orquesta estaba fulminante y Eodoros reía al ver a su preciada Elo correr tan feliz (aunque aparentemente molesta) estaba seguro que todo marcharía bien. El padre en su altísimo trono reía a carcajadas al ver aquel gracioso acto, y conversaba gustoso con los altísimos. Las puertas se abrieron y la orquesta entonó sus trompetas, Elo dejó de correr y subió a su alcoba, se sentía princesa y quería verse tan normal y sencilla como sus hermanas. Se asomó por su balcón y observó, todo el pueblo avanzaba feliz hacia el palacio!!, el Sol estaba ocultándose y las caravanas de amor avanzaban lentamente hacia ella. Se sintió muy feliz y observó detalladamente y rió al ver a amigos de la infancia ahora mas grandes.

- Elo!!, apresuraos!! Debéis bajar ya han empezado a llegar nuestros hermanos!!- la voz de su hermana mayor le indicaba que debía ir a recibir a los ciudadanos.

Bajó elegantemente las escaleras, muchos la miraron enorgullecidos al verla tan adulta y joven, otros sonrieron y elevaron sus copas brindando por la alegre muchacha, desde las escaleras dijo en un tono muy amigable- Seáis bienvenidos amados hermanos, que esta fiesta inunde vuestros corazones de bondad y riáis hasta no parar!! No olvidéis bailar y beber! – les guiño un ojo y rió- hay para todos!!-

Aplaudieron y rieron, la orquesta comenzó a tocar música para bailar, las parejas se tomaron de las manos y se unieron a la melodía en preciosas danzas ancestrales. Elo se quedó junto al Padre que reía al ver tanta armonía y felicidad junta.

- no estas feliz Elo?- El Padre le preguntó muy risueño.

- claro que lo estoy amado Padre, como no estarlo! Mirad que precioso es Edén, mirad los corazones de vuestros hijos, como vibran de emoción-

- eso se llama amor querida hija, no te noto feliz cuéntame que te ocurre-

- es mi vestido Padre, ¿Notáis que es muy diferente al de los demás?-

El padre lanzo una carcajada muy infantil y le pidió que se le acercase, ella se le acercó en silencio – eres una princesa y siéntete como tal, todas mis hijas merecen portar un vestido como el tuyo, estás de suerte! Mira que luces de maravilla, ve y disfruta de la fiesta- le guiñó un ojo y le dio un empujoncito, Elo sonrió le dio un besito al Padre y se fue a platicar con sus hermanas, ellas bebían y reían al ver a Elo se calmaron un poco y le invitaron un trago. Conversaban de adornos que habían colocado en el castillo.

El castillo estaba repleto estaba todo Edén dentro y se sentía una atmósfera exquisita. Todos reían y estaban muy contentos. La noche había caído y estaba recién comenzando.

lunes, abril 16, 2007

La luna.

Capitulo II


- ¿Estás seguro que si arrancábamos unos cuantos tallos de este árbol vas a lograr esa pócima tan milagrosa?-
- puedes correr y dejar de preguntar tanto por favor!- Respondió el famoso profesor de botánica, mientras tres lobos grandes les perseguían.
- solo tu te metes en estos problemas Orión!-
- calla, fuiste tu quien tropezó con uno de ellos no yo!-

Una luz estaba apuntándoles directo en el cuerpo, la luz de una nave Edeana – ya era hora Profesor! Hermanos! Suban-
Habían regresado a la nave en donde deberían volver hacia Edén, estaban exhaustos y con mucha sed, Orión llevaba en su maletín los tallos del árbol más viejo que conocía, debía crear una nueva poción para sus plantas, extrañamente las que tenía en su laboratorio estaban decayendo sin motivo aparente.
Su ayudante, era torpe y muy distraído, siempre le traía problemas, había pensado en pedirle que se uniera a la facultad de ciencia, le había recomendado hace unos días, necesitaba un gran aliento para utilizar esa gran cantidad de coeficiente intelectual y no desperdiciarlo derramando pócimas o tropezándose con lobos de mundos mas lejanos y salvajes.
Se sentó en el suave colchón de espuma y descansó largo rato mientras, su ayudante y el piloto bebían agua, reían y conversaban de aventuras.
Él un ser pensante, solía gruñir mucho, aunque su alma amaba a Dios por sobre todas las cosas, la ciencia no quedaba atrás, era aparentemente frió y calculador y no se relacionaba mucho con los Edeanos, no había nacido en Edén, por lo cual no se sentía muy familiarizado, su cuerpo estaba muy evolucionado como ellos, pero era sumamente distinto y aún no comprendía como le aceptaban sin expulsarle. Trabajaba para todos los mundos que le llamaran y restauraba la botánica que se le pidiera. No tenía muchos modales y no era muy cortés con las damas. Pasaba encerrado en su laboratorio día y noche, y cuando sentía la necesidad visitaba al Padre y le contaba sobre sus avances. El Padre le tenía muchísimo aprecio y estima, le sonreía y le recomendaba buscarse a una chica para olvidarse un poco de su laboratorio, Orión sonreía, tomaba sus apuntes lo anotaba como urgente, pero siempre un nuevo trabajo le impedía buscarse a alguna chica.
Solía visitar los bosques y echarse a mirar la luna largo rato. Rezaba y pedía a Dios por todos, y buscaba en su mente alguna solución para sus formulas conflictivas.
Había regresado a Edén, No conocía la ciudad, ni los pueblos cercanos, vivía dentro de un bosque en un pequeño laboratorio (que necesita un profundo aseo por cierto).
Pasaba por la ruta de siempre, un camino muy rural, junto a su ayudante, una carroza de la ciudad se detuvo y solicitó una audiencia con el joven profesor.
- Sir Orión, disculpad si resto a sus quehaceres el tiempo que debéis utilizar normalmente, pero habéis sido notificado por el gremio para asistir a la gran fiesta que se realizará en el gran palacio, será para la quinta luna rosada, cuando el sol descienda por los mares…comenzará nuestra gran muestra de amistad y amor por todos vosotros.-
- Decís que el gremio me ha invitado?-
- Así es hermano mío-
- muchas gracias por notificármelo, tened un buen día joven-
La carroza se alejó y Orión al ver la sonrisa de su ayudante retomó sus pasos y dijo fríamente: Hijo, te recomendé para que asistas a la facultad de ciencias, el día de la fiesta te comunicarán si estás dentro.
Su ayudante saltó de felicidad y caminó entonando alegres melodías.
Orión no dejaba de pensar como podría terminar aquella pócima para sanar a sus plantas, si las dejaba morir se sentiría muy triste y quería evitarlo a toda costa. Estaba intentándolo todo, para salvarles, pero no se daba cuenta, que la sola ciencia, no era quien perduraba la vida. Y su vida estaba repleta de ella.

Elo

-Aún estás cantándole a esa planta?, no te cansas querida mía?-
Sin dudarlo sonrió y miró dulcemente a su querida hermana, no era pariente suyo, ni mucho menos; hace poco había viajado a un nuevo mundito, que se veía amenazado por la pereza, tenía mucho en que trabajar- Claro que no hermanita- respondió- venid sentaos junto a mí y cantemos juntas- se acomodó en el verde pasto y comenzó aplaudir y a tararear una melodía muy pegajosa-
- pero esa plantita se está muriendo, no ves que está sufriendo…- dijo tristemente. Aquella mujer vestía sencillo y humilde, yacía sentada con los brazos cruzados y las piernas dobladas, miraba esperando un milagro.
- Dicen que vienes de Edén, y que puedes ayudarnos a todos- habló para romper el silencio.
- Vengo de Edén, pero vine a ayudar a quienes no pueden ayudarse por si solos- las palmadas cesaron, le miró fijo y seria.
- No lo dije para que te molestes querida…- se excusó al momento que indicó a la planta – Crees que viva?-
- Ay por Dios, si está viviendo! No lo veis amada hermana mía? Estáis tan ciega en tu rutina que no advertís que vive! Me llena de tristeza saber que vivís en un mundo tan maravilloso y sin daros cuenta destruís vuestros campos-
- Pero joven Edeana tu vives junto al Padre y no conoces lo que es estar en nuestros cansados pies-
- Estáis llevando vuestro mundo hacia la tercera dimensión y les pesará haberse olvidado de la única ley existente en el universo- tomó sus manos con suavidad y las besó, ve a abrazar a tu familia y cántales una linda canción, veréis que mañana esta pequeña planta estará en perfectas condiciones-
La buena mujer se levantó y dijo decidida – Tienes razón, iré de inmediato y les cantaré algo muy lindo, por cierto querida mía, atrás tuyo dejé un canasto con comida para que no sufras hambre, vendré a visitarte mañana- le sonrió y se marchó.

No había lugar para tristezas en su firme corazón, ni para flaquezas, sentía una gran decepción por los hombres buenos que vivían ahí, estaban olvidando y creando envidia por sus otros hermanos, ella había sido afortunada de nacer en Edén, Pero sabía que todos los lugares siempre están unidos al Padre y eso no le producía envidia, su alegría era característica de ella, y su niñez tan impulsiva le convertían en una apasionada joven con energía suficiente para crear lo que la voluntad del altísimo quisiera.
Se sentó y observó la hermosa canasta tejida junto a aquel manto blanco que cubría deliciosas comidas hechas para saciar su hambre, no aguantó reír y revisar que comían aquellas personas. Ella no salía comer más de lo necesario, su jovial cuerpo estaba próximo a desaparecer, tan alba y delicada, alta y fina, casi incorpórea. Bebió un poco de leche y retomó la hermosa melodía que estaba entonando para su planta enferma.

- Ya es hora de irnos pequeña, ya has hecho tu parte en este lugar- Eodoros venía a buscarla. Su querido tutor y maestro de música, había acompañado a la osada muchacha a sanar con sus cantos, llevaba sandalias y una túnica color ocre muy linda y suave, se sentía muy querido y respetado en ese lugar, pero ya era momento de volver a Edén; la gran fiesta se acercaba y debía coordinar a la orquesta y hablar con muchos hermanos para que todo saliera de maravilla.
- De acuerdo, habéis visto que pude sanarla! Eodoros! Estoy muy feliz pude salvarla!! – Le indicó la planta que brillaba más que nunca y estaba tan firme su tallo que viviría por mucho tiempo más.
Eodoros rió junto a la muchacha, se abrazaron y caminaron largo rato entonando una melodía que le recordaba a hombres enanos jugando con cristales y chocándolos entre si.



- jajajaja Ya basta Eodoros!! Me causa risa, no hagas ese sonido jajajaja estoy muy cansada de reír no seáis malo conmigo jajaja bastaaaa-
Ya en la nave Eodoros con su altísimo sentido del humor animó a la muchacha largo rato y la hizo reír hasta sacarle lágrimas.
- Por cierto Elo ( Eodoros llamaba a la muchacha así junto a muchos altísimos que le apreciaban) sabéis que pronto Edén hará una gran fiesta?-
- Y no me habíais dicho!-
- será en el gran palacio-
- Dices en el gran palacio! Y Nadie me había avisado, si yo vivo ahí!!!!-
- Vendrán personas de todos los reinos! Ahora estaremos trabajando en la preciosa fiesta, tu siempre pasas fuera del palacio querida Elo-
Ambos rieron, descendieron a Edén, acordaron verse pronto para repasar algunos tonos y se separaron.

Estaba un poco agotada, regresó al palacio, sus hermanas rumoreaban en secreto, y reían, miraban a la joven chica y volvían a reír coquetas. Comenzó a subir las escaleras, quería contemplar su hermoso mundo desde su alto cuarto, en aquel ventanal donde imaginaba una melodía especial, que le llevara hacia un lugar especial.
Edén tan mágico y limpio, tan pequeño y grande, tan cercano a Dios, era observar al Padre en cada muro, cada roca, cada río, cada planta y árbol.
Su balcón era de marfil puro, y una gran enredadera había nacido de los barrotes que le formaban. Flores color violeta habían nacido y gozaban las preciosas melodías que Elo les entonaba. Estaba altamente feliz con su vida, amaba a sus hermanos, y se amaba a sí misma, pero no lograba descifrar que ocurría en su corazón, que latía como si le faltase una mitad.