Capitulo VI
- Procederé a leeros el documento que tanto me aflige: Él Código 911 del Libro segundo, de Ciencia y botánica, establece que debéis ser quienes velen por la seguridad de las tierras que yacen en su estado natural, sin importar el motivo, sin importar su condición… Seréis quienes conservareis el bien propiamente tal de dichos terrenos sin alterar ni modificar su uso exclusivo, salvo las anomalías establecidas por los códigos 921 y 932..-
Observó hacia su alrededor, para advertir si había logrado atraer la atención del gremio, realizo una vista general pero solo vio un ángel, tantas personas, tanto movimiento, pero ella… realmente no era cualquiera, se quedó mirándole, su corazón comenzó a latir fuertemente, ella estaba de pié conversando entre muchas chicas, reía y bebía muy gentilmente, su vestido era el más hermoso de todo Edén, y su sonrisa única, no pudo dejar de mirar aquella belleza. No solía fijarse en mujeres, nunca hacía eso, pero ella, le estaba hipnotizando.
- Orión? Continua por favor- dijo uno de los ancianos del gremio, que esperaba con ansias el discurso de su joven amigo.
- sí, claro, lo siento- desvió la mirada y fuera de sí, intentó recordar lo que debía decir.- en que estábamos?-
- estáis bien querido Profesor?-
- si, no pasa nada, no os preocupéis- necesitaba volver a buscarle con la mirada, se sentía forzado a buscarla, pero debía mirar a sus compañeros y explicar lo que había comenzado, intento concentrarse y tragó saliva – cierto, los códigos, me afligen, debido a mis resientes estudios, estoy extrayendo materias primas de las tierras de diversos mundos, para crear una nueva cura a un nuevo virus que he descubierto…-
- Pero habéis faltado al código 911-
- es por eso que necesito que replantéis lo que os he contado estimados amigos míos.- dice Orión, buscándole con la mirada.
- ¿Es por eso entonces, que habéis decidido mostrarnos esta falencia en la extracción de recursos cierto?, ¿Qué ocurrió con las muestras que habías solicitado a Hidra?-
Ella danzaba junto a Pherius, le conocía muy poco, había conversado un par de veces con él, en alguna de las tantas exposiciones que había dado. Un altísimo bailando con ella… Su larga cabellera tan clara y ondulada se mecía al son de la música, su vestido se esparcía como un humo de ritual, y su sonrisa…estaba volviéndole loco, jamás había visto doncella tal, que pudiera hechizarle, sentía su corazón subir y bajar agitado, su respiración estaba elevada y la adrenalina le corría por el cuerpo. Nuevamente se había quedado inmóvil, había sido tanto el sentimiento que le había provocado, que había borrado a todo su entorno, avanzó como hipnotizado para hablarle, ella se encontraba muy lejos de dónde se encontraba conversando, avanzó erguido por las personas, su paso era firme y su conciencia, estaba completamente bloqueada. Algo le jaló el brazo.
- Orión decidme que hacéis aquí?-
Una voz le había sacado de su mágica determinación, observó a su antigua maestra de bioquímica, que muy contenta se disponía a alargar la conversación- Cuéntame querido mío, estáis junto al gremio no?, vamos allá y conversemos, hay tantas cosas que me gustaría contaros!-
No pudo negarse, se sintió ridículo, ¿El profesor de Botánica de Edén iría a cortejar a una niña? Avanzó sonriente hacia el gremio y continuo su charla.
Quiso buscarle, pero la muchacha desapareció de su vista, luego la vio sentada en las escaleras, le obligaron a opinar mucho y luego volvió a desaparecer.
-Atención, Atención Edén, el Padre se dirigirá a vosotros.-
Las trompetas sonaron y las luces brillaron, todos hicieron una media luna rodeando al padre y a la orquesta que se encontraba de cabecera.
- Como todos sabéis- dice Eodoros con una sonrisa en su rostro- nuestra celebración está siendo celebrada por todos menos por quienes deberían celebrarla!-
Muchos rieron y otros buscaron con la vista a Elo, ella no estaba cerca, había subido a su habitación, estaba recostada sobre su cama, muy agitada, con el corazón muy afligido, no entendía que le sucedía, sintió las trompetas e intentó levantarse pero prefirió quedarse unos momentos más recostada.
- Hijos míos, quiero que conozcáis a un gran amigo mío- dijo el Padre invitando a subir a Orión que se encontraba al final del salón.
Orión se sorprendió y avanzó muy entretenido, no tenía idea de que tramaba el Padre.
- El es mi gran amigo Orión, ha estado sirviéndole a nuestra gran comunidad universal, cuidando de nuestras plantas y vegetación, es un valiente y joven muchacho-
- está bien Señor, pero no me vanaglories delante de todas estas personas, me apenáis - dice Orión en un tono muy de broma.
El Padre sonríe y continua hablando- aunque no sale mucho de su laboratorio, es un tipo genial.-
Todos rieron muy divertidos y comenzaron a hablar entre sí.